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LO PEQUEÑO EN LO GRANDE: ética cristiana y cambio ecosocial en la vida cotidiana

De la vida cotidiana a la inspiración ecosocial: la importancia de la acción individual y la responsabilidad colectiva en un contexto de escasez de recursos.


Las conexiones entre la escasez de recursos, la justicia distributiva y la acción centrada en el cristianismo son de vital importancia para configurar un mundo justo y pacífico. En la zona de tensión entre los problemas medioambientales, los conflictos por los recursos y la injusticia social, surgen importantes cuestiones sobre nuestra responsabilidad hacia la creación y los necesitados. La encíclica "Laudato Si" del Papa Francisco hace hincapié en el deber moral de utilizar la naturaleza de forma sostenible y distribuir los recursos de manera justa. Este ensayo explora el vínculo entre estos principios éticos, los resultados de la investigación actual y las oportunidades de cada individuo para contribuir a una mayor justicia y paz a través de pequeñas contribuciones.

Con el telón de fondo de las convulsiones geopolíticas y de una serie de conflictos recientes con implicación internacional, esta reflexión pretende subrayar la importancia de la escasez de recursos y de su utilización como riesgo de conflicto en el siglo XXI y destacar las conexiones entre este tema y las demandas cristianas de justicia social y paz. Al mismo tiempo, se harán visibles los campos de acción de cada uno de nosotros y se reconocerá el poder colectivo de la acción social.


En el mundo actual, la escasez de recursos es un factor determinante de los conflictos internacionales. Estos conflictos pueden producirse tanto entre Estados como dentro de ellos y tener causas muy diversas. Según el Barómetro de Conflictos de Heidelberg, los conflictos por los recursos desempeñaron un papel en 97 de un total de 385 conflictos en 2017, incluida la lucha por la tierra cultivable en Nigeria y por los recursos minerales en la RD del Congo. La importancia de los recursos como causa de conflicto ha aumentado en los últimos años y ahora ocupa el segundo lugar después de los conflictos de régimen.


No hay que olvidar que los recursos por sí solos rara vez son la única causa de los conflictos violentos. En la mayoría de los casos, los conflictos por los recursos van de la mano de otros factores políticos, sociales y económicos. Por lo tanto, es necesario analizar más detenidamente la compleja dinámica de los conflictos. La percepción de que los conflictos por los recursos suponen cada vez más un riesgo para la seguridad es el resultado de diversos acontecimientos mundiales, como el auge económico de los países emergentes y en desarrollo, el crecimiento de sectores clave como las telecomunicaciones y la digitalización, el aumento de la población mundial y el cambio climático. La competencia por los recursos se intensifica no sólo debido a la escasez física, sino también a la distribución de los recursos y la demanda.


En una economía de mercado que funciona, la relación entre la oferta y la demanda está regulada por el precio, lo que normalmente sucede de forma pacífica. Sin embargo, este mecanismo suele funcionar mal en los mercados internacionales de materias primas, ya que los cárteles económicos, los oligopolios y los Estados proteccionistas distorsionan el mercado. Esto puede provocar tensiones, sobre todo si una de las partes vincula la competencia por un recurso a otros objetivos políticos o lo ve como una amenaza para su propia seguridad.


Los conflictos por los recursos también pueden producirse a escala nacional, tanto por falta como por abundancia de recursos. Por ejemplo, la hambruna en Haití en 2010 provocó disturbios debido a la escasez de alimentos, mientras que en Sudán del Sur en 2013 la lucha por la supremacía política y el control de las reservas de petróleo desembocó en violencia. Otro aspecto importante es la "securitización" de las cuestiones relacionadas con los recursos, en la que éstos no son sólo bienes económicos, sino que también están vinculados a objetivos políticos como el mantenimiento del poder, la supremacía regional y el dominio ideológico. Estos conflictos políticos suelen ir acompañados de violencia y son más difíciles de abordar y regular.


Los ideales cristianos como axioma del compromiso ecosocial

En cuanto a la justicia social y la paz en un contexto cristiano, es importante señalar que la enseñanza cristiana hace hincapié en los ideales de caridad, misericordia y justicia social. La ética cristiana nos llama a defender las necesidades de los pobres y desfavorecidos y a trabajar por la paz. En este contexto, los conflictos por los recursos son de especial relevancia, ya que a menudo afectan más a los más pobres y conducen a la violencia y el sufrimiento. El Papa Francisco critica la desigual distribución de los recursos a nivel mundial y la sobreexplotación de la naturaleza, que afecta sobre todo a los pobres y a las generaciones futuras. Dice: "Las consecuencias sociales de la contaminación ambiental afectan sobre todo a los más pobres."


La doctrina social cristiana hace hincapié en la responsabilidad de la sociedad y los gobiernos de promover la distribución equitativa de los recursos y la justicia social. Sin embargo, en las últimas décadas, unas políticas medioambientales y climáticas equivocadas han contribuido a exacerbar la escasez de recursos y la degradación del medio ambiente. La explotación de los recursos naturales sin medidas adecuadas de sostenibilidad ha provocado crisis ecológicas que ponen en peligro la justicia social y alimentan los conflictos. El Papa Francisco pide una distribución más justa de los recursos que tenga en cuenta las necesidades de los pobres y de la humanidad en su conjunto. Subraya que la economía debe servir al bien común y no sólo a los intereses de una élite privilegiada.


Proteger la creación es siempre también un compromiso con la justicia y la paz

Por tanto, es una obligación moral y, sobre todo, cristiana, promover políticas respetuosas con el medio ambiente que utilicen los recursos de la Tierra de forma responsable, teniendo en cuenta al mismo tiempo las necesidades de los pobres y de las generaciones futuras. Esto requiere la cooperación internacional, la protección de los recursos naturales y la promoción del desarrollo sostenible. El Papa deja claro que la contaminación medioambiental y la injusticia social están vinculadas y que las soluciones a los problemas medioambientales deben incluir la justicia social. Dice: "No se puede lograr una transformación ecológica sin una transformación social".


Las cuestiones relacionadas con los recursos tienen un impacto significativo en la justicia social y la paz, y una política medioambiental y climática responsable es crucial para hacer frente a los retos del presente y del futuro. Incluso el cristianismo puede desempeñar un papel importante a este respecto aportando sus principios de justicia social y paz al debate sobre los conflictos por los recursos y la política medioambiental. La doctrina social cristiana siempre ha hecho hincapié en la responsabilidad de la sociedad y los gobiernos de promover la distribución equitativa de los recursos y la justicia social. En las últimas décadas, sin embargo, las políticas medioambientales y climáticas equivocadas han contribuido a exacerbar la escasez de recursos y la degradación del medio ambiente. La explotación de los recursos naturales sin las medidas de sostenibilidad adecuadas ha provocado crisis ecológicas que ponen en peligro la justicia social y alimentan los conflictos. La guerra de agresión rusa en Ucrania y la escalada de violencia en Oriente Medio están tan estrechamente vinculadas a estos indeseables acontecimientos como los muchos otros conflictos y crisis -poco visibles- del mundo.


Sin embargo, no sólo los gobiernos y los actores políticos y económicos influyentes, sino todos y cada uno de nosotros podemos hacer una importante contribución a la promoción de la justicia y la paz en el contexto de las consideraciones anteriores. Estas pequeñas contribuciones pueden ayudar a mitigar los efectos de la escasez de recursos y los problemas medioambientales y promover la justicia social. Por ejemplo, una decisión consciente a favor del consumo sostenible puede marcar una gran diferencia. Esto incluye comprar productos respetuosos con el medio ambiente, apoyar iniciativas de comercio justo y reducir los residuos. Tomando decisiones de consumo más conscientes, reducimos la presión sobre los recursos naturales y contribuimos a la justicia social. Reducir el consumo de energía en nuestra vida cotidiana también puede ayudar a mitigar el cambio climático y conservar los recursos. Esto puede conseguirse utilizando electrodomésticos de bajo consumo, reduciendo el despilfarro de energía (por ejemplo, calentando esponjas en los restaurantes) y cambiando a fuentes de energía renovables.


Lo pequeño en lo grande: La ética cristiana y el compromiso de conservar los recursos.

En el mundo actual, los retos en el ámbito del medio ambiente y la utilización de los recursos son más acuciantes que nunca. La continua destrucción del medio ambiente, el cambio climático y la escasez de recursos exigen un replanteamiento y una actuación a escala mundial. Sin embargo, como individuos de una sociedad acomodada, a menudo tendemos a sentirnos impotentes ante el enorme impacto medioambiental causado por la industria, el consumo y la política. Nos preguntamos si nuestros pequeños esfuerzos por conservar los recursos tienen alguna importancia. Aquí es donde la ética cristiana entra en juego y nos muestra que cada contribución cuenta.

La lista de formas en que los individuos de una sociedad próspera podemos contribuir a la conservación de los recursos es larga. Va desde la reducción del consumo de energía hasta el consumo consciente y el apoyo a iniciativas sostenibles. Sin embargo, cuando se consideran individualmente, podemos caer en la tentación de pensar que estas pequeñas medidas desaparecen en la masa de influencias perjudiciales. Sin embargo, esta idea es engañosa y no debe subestimarse.


La suma de todas las pequeñas acciones puede desencadenar una dinámica increíble. La idea de responsabilidad colectiva desempeña aquí un papel crucial, y se trata de un principio profundamente arraigado en la ética cristiana. Las enseñanzas cristianas nos motivan a cuidar de nuestros semejantes y de la creación. Esto significa que nuestras acciones no sólo se centran en nosotros mismos, sino en el bien de todos. El Papa Francisco lo subraya de manera impresionante en su encíclica "Laudato Si". Pide una "ecología integral", que abarque no solo el medio ambiente, sino también las dimensiones social y económica de la vida. Este concepto subraya el vínculo entre la degradación medioambiental y la injusticia social. Subraya que los que menos contribuyen a la contaminación medioambiental son a menudo los que más sufren sus consecuencias.


Las oportunidades cotidianas son un tesoro para el compromiso ecosocial.

En este contexto, es importante reconocer que nuestros esfuerzos individuales para conservar los recursos no sólo pueden ayudar a reducir el impacto ambiental, sino que también pueden promover la justicia social. Por ejemplo, al ahorrar energía, ayudamos a reducir el impacto ambiental negativo y el precio de la energía, lo que puede mejorar el acceso a los recursos de los grupos con bajos ingresos. A través del consumo consciente, apoyamos a las empresas sostenibles y ayudamos a crear empleo en sectores respetuosos con el medio ambiente.


La ética cristiana también nos recuerda la importancia de la caridad y la solidaridad. Cuando trabajamos activamente para conservar los recursos, damos ejemplo a los demás y les animamos a hacer lo mismo. Nuestras acciones pueden desencadenar una reacción en cadena positiva e inspirar a la gente a defender también el medio ambiente y la justicia social. Además, la ética cristiana nos enseña a asumir responsabilidades y a no dejarnos disuadir por la aparente insignificancia de nuestras acciones individuales. No es sólo nuestra oportunidad, sino también nuestro deber marcar la diferencia como individuos.


Insgesamt zeigt die Verbindung zwischen christlicher Ethik und dem Engagement zur Ressourcenschonung, dass unsere kleinen Bemühungen einen wichtigen Beitrag zur Bewältigung der globalen Umwelt- und sozialen Herausforderungen leisten können. Jede Aktion, sei sie noch so klein, ist ein Schritt in die richtige Richtung. Wenn wir alle zusammenarbeiten, können wir eine positive Veränderung bewirken und eine gerechtere, nachhaltigere Welt schaffen, die im Einklang mit den Prinzipien der christlichen Ethik steht. In einem Zeitalter, in dem diese Herausforderungen immer drängender werden, bietet die Umsetzung dieser christlicher Prinzipien in unserem täglichen Leben die Möglichkeit, eine gerechtere und friedlichere Welt zu gestalten. Im Dreiklang von Aktion, Kontemplation und Mission können wir - als Christen der Zukunft – den Appell zur Nachfolge Christi in unseren Lebensalltag übersetzen und mit kleinen Dingen Großes bewirken.


Fuentes:


Beevers, Michael D. (2015): Governing Natural Resource for Peace: Lessons from Liberia and Sierra Leone, en: Global Governance, pp. 227-246.


Collier, Paul/ Hoeffler, Anke/ Rohner, Dominic (2009): Beyond Greed and Grievance: Feasibility of Civil War, en: Oxford Economic Papers, pp. 1-27.


Humphreys, Macartan (2005): Natural Resources, Conflict and Conflict Resolution, en: Journal of Conflict Resolution, Vol. 49, pp. 508-537.


Koubi, Vally/ Spilker, Gabriele / Böhmelt, Tobias / Bernauer, Thomas (2014): ¿Importan los recursos naturales en los conflictos armados interestatales e intraestatales? En: Journal of Peace Research, pp. 227-243.


Mildner, Stormy-Annika (ed.) (2011): ¿Riesgo de conflicto materias primas? Challenges and opportunities in dealing with scarce resources, SWP-Studien 2011/S 05, Berlín.


Papa Francisco (2015): Laudato Si. Sobre el cuidado de la casa común. La encíclica medioambiental con introducción y clave temática, kbw Bibelwerk, Stuttgart.


Schneckener, Ulrich/ Lienkamp, Andreas/ Klagge, Britta/ von Scheliha, Arnulf (eds.) (2013): Wettstreit um Ressourcen, Konflikte um Klima, Wasser und Boden, Múnich: oekom Verlag.

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